Durante mi niñez y adolescencia en los 60, nunca había escuchado la palabra geopolítica. Vivía alejada de los grandes centros urbanos que ostentaban el monopolio de la educación superior. Mi curiosidad por el tema apareció en los 70 cuando ya en la Ciudad de Buenos Aires siendo estudiante de la UBA leí un libro de mi profesor Gustavo Cirigliano, titulado Filosofía de la educación. Tenía un capítulo sobre educación a distancia y lo que más me llamó la atención fue la referencia a la nueva configuración geopolítica que empujaría, más adelante la expansión de esa incipiente opción pedagógica. Y me di cuenta, que, en situaciones de desventaja geográfica como la mía, ese modelo de educación iba a saciar la curiosidad por aprender más, de muchas otras personas. Por ejemplo, las que trabajan en horarios no convencionales o las que presentan configuraciones familiares complejas, entre otras, que le impiden cursar la educación presencial. Vislumbré que desde un pueblo perdido en el interior del país se podía estudiar y aprender… En aquellas épocas, en Argentina era educación no formal y sin titulaciones oficiales reconocidas. En efecto, se consideraba una educación de segunda… ¡Cuánto tiempo tardó en cambiar el imaginario social local sobre el tema y los gobiernos en legislar su funcionamiento…! Algo bueno nos dejó la pandemia… borró las fronteras entre distancia y presencialidad en educación.
Sin embargo, por la década del 70, había universidades europeas con reconocimiento de títulos como la Open University en Reino Unido y más tarde otras en Europa y América. Hoy existen universidades que ofrecen solo opciones a distancia y se pueden tomar desde cualquier lugar del mundo solo con una conexión a Internet. Pero qué significa geopolítica de la educación y cómo ha expandido su frontera. Para iniciarnos en el asunto debemos enfocarnos en dos planos. Por un lado, el crecimiento educativo y cultural a nivel internacional potenciado por las posibilidades que ofrecen las tecnologías primero analógicas, luego digitales y por otro y asociado al anterior, la apertura del conocimiento y la capacitación a personas de sectores que nunca podrían haber accedido a los sistemas presenciales, lo que se denomina políticas de inclusión con educación a distancia. Por eso hoy deseo reflexionar y abrir el juego sobre lo que “trae bajo el brazo” la geopolítica de la educación.
La geopolítica de la educación hace referencia a la influencia que los sistemas educativos, las instituciones académicas y los modelos de enseñanza con opciones on line, tienen sobre las relaciones internacionales por colaboración y/o por la penetración cultural, política e ideológica. En consecuencia y de manera imperceptible se reconfigura el equilibrio de poder entre los países con ofertas educativas sin límites. No se trata solamente de transmisión de conocimientos a todos en general y a aquellos que están en situación de desventaja, sino también de cómo las naciones e instituciones proyectan su política educativa a través de su cultura y sus valores, transformándola en herramienta estratégica para colaborar, ganar influencia global y para hacer negocios. Y no expreso las opciones juzgando, solo las expongo para que cada uno las identifique y obre en consecuencia.
En un mundo donde el conocimiento se ha convertido en un recurso clave para el desarrollo económico y social, los países compiten por atraer los mejores talentos. Algunas instituciones buscan formar profesionales de alta calidad y al mismo tiempo exportar sus modelos educativos. Las universidades, los centros de investigación y las plataformas de enseñanza en línea, no solo actúan como motores de progreso sino también como instrumentos de soft power permitiendo a las naciones ejercer diversas influencias, más allá de sus fronteras.
Con la expansión de la Educación a Distancia y sobre todo después de la pandemia y gracias a las TIC, esas fronteras geopolíticas se han ampliado considerablemente. Antes la movilidad académica dependía de que los estudiantes viajaran físicamente para acceder a instituciones prestigiosas de otros países. Hoy gracias a las plataformas virtuales las barreras geográficas han desaparecido, universidades de renombre pueden llegar a estudiantes de todo el mundo con programas en línea, democratizando el acceso al conocimiento, pero también consolidando la influencia en regiones remotas.
Por ejemplo, universidades de países como Estados Unidos, Reino Unido y Australia han utilizado la educación en línea para captar, sobre todo, a estudiantes internacionales del mundo occidental, ofreciendo programas que no solo enseñan disciplinas técnicas, sino que también transmiten principios culturales y políticos. Paralelamente, países como China están desarrollando universidades virtuales y cursos masivos en línea que promueven su propia visión del mundo, ampliando su esfera de influencia principalmente en regiones como África y Asia.
Esta expansión plantea tanto oportunidades como retos. Por un lado, se genera un acceso más equitativo al conocimiento global, permitiendo que todas las personas participen en debates y aprendizajes globales. Por otro, surge el riesgo de un dominio cultural de los países y empresas que controlan las plataformas con los contenidos educativos e inteligencia artificial lo que puede llevar a tensiones identitarias en naciones que perciben que a esos modelos como una amenaza a sus valores locales.
En definitiva, la geopolítica de la educación refleja cómo el conocimiento trasciende lo académico y se convierte en un recurso estratégico en la escena local, regional y global. A medida que las fronteras educativas sigan expandiéndose, se hace necesario reflexionar sobre el equilibrio entre el acceso al conocimiento global, la preservación de la diversidad cultural sin desmedro de la identidad nacional. En cada pantalla, más allá de las aulas físicas, se trazan nuevas líneas de influencia que están moldeando el mapa geopolítico global. Donde antes había fronteras, ahora hay conexiones; la educación digital no solo enseña, también une; no solo rompe barreras geográficas, sino que redefine las fronteras culturales e ideológicas. De nosotros, los seres humanos depende el uso ético de esta herramienta.

Autora:
Ana María Lamas. Dra. En Filosofía y Educación (Madrid)
Posdoctoral en Educación a Distancia (México).
Posgrado Especializado en Periodismo y Ciencias de la Información (Santander).
Lic. en Ciencias de la Educación (UBA).
Premio “Excelencia Educativa” por Cámara de Comercio Mercosur.
Actualmente es:
Directora del Diplomado en Inteligencia Artificial en SSyO en IAS Instituto Argentino de Seguridad
Evaluadora concursada del Programa de Internacionalización de la Educación Superior Y Cooperación Internacional
Conferencista Internacional
Publica papers, libros, artículos en revistas académicas y de divulgación científica.
Directora de proyectos de investigación en organizaciones intermedias y alumnos de posgrado.
Columnista en radios y en la newsletter OdT.
Cargos anteriores
Fue Directora de la Lic. en Periodismo de Universidad Maimónides, docente de UBA y otras universidades argentinas y extranjeras en grado y posgrado.
Contenidista en el Programa Erasmus Mundus de la Unión Europea para la educación a distancia.
Fue fundadora y madrina de FM Peregrina. Subdirectora de Educación de la Municipalidad de General Villegas.
dra.alamas@gmail.com
LinkedIn: Ana Lamas
- Es un término de relaciones internacionales que se usa aquí para describir la capacidad de un actor político colectivo para incidir sobre otros valiéndose de medios culturales, educativos, ideológicos y diplomáticos.