En la eterna lucha entre utopías y distopías, la Inteligencia Artificial (IA) se ha convertido en la más reciente protagonista. Algunas la ven como la salvación de la humanidad, mientras que otras temen que sea la chispa que encienda nuestra perdición. Como un buen melodrama de ciencia ficción, esta historia tiene personajes como la “Distop-IA” y la “Utop-IA”, términos ingeniosos que encapsulan los temores y esperanzas que despierta esta tecnología. Y aunque la IA no tiene un rostro de héroe o villano en sí, las visiones opuestas sobre su impacto en la sociedad nos muestran un dilema que parece sacado de una película o una serie: ¿será la IA nuestro aliado fiel o el monstruo que creamos sin medir las consecuencias?
A lo largo de los años, la IA ha pasado de ser un sueño futurista a una realidad que impacta prácticamente en todos los aspectos de nuestras vidas. Desde aplicaciones médicas que diagnostican enfermedades con asombrosa precisión hasta sistemas de vigilancia que recuerdan las distopías de la novela 1984 de George Orwell, o de la película Blade Runner y más recientementela de la serie Black Mirror[2]. Jorge Rey Valzacchi, en su artículo Distop-IA o Utop-IA, explica cómo estas visiones son parte de un mismo sistema de creencias: en un extremo, la utopía, representada por aquellos que esperan que la IA que se constituya en la panacea de los problemas humanos y por ejemplo erradique la pobreza; en el otro, la distopía, alimentada por quienes temen un control absoluto de nuestras vidas y la deshumanización total.
Las utopías en torno a la IA estarían constituidas, por ejemplo, por los algoritmos de aprendizaje automático que podrían ayudar a los médicos en la detección temprana de enfermedades; por las ciudades inteligentes que podrían optimizar recursos para mejorar la calidad de vida de las personas; por el control y prevención de riesgos laborales que evitaría muchos de los accidentes que les suceden a los trabajadores, entre otros. Ray Kurzweil, actual CEO de Google con su visión optimista de la «singularidad tecnológica» –cuando la inteligencia artificial supere a la humana–, plantea que podríamos erradicar enfermedades y extender la vida, logrando un bienestar generalizado. Sin embargo, este enfoque requiere además de una revisión del concepto de inteligencia artificial e inteligencia humana, una supervisión cuidadosa, una regulación legal y una integración ética, factores que no siempre avanzan al mismo ritmo.
En el otro lado del espectro, las visiones distópicas no surgen solo de la mera fantasía; se nutren de las preocupaciones reales sobre la privacidad de los datos, la manipulación de la información y la concentración de poder en manos de unos pocos. La inteligencia artificial plantea amenazas palpables en la vigilancia masiva, la toma de decisiones autónomas sin supervisión humana, la autorreprogramación de las máquinas salteando el control humano y la manipulación de las percepciones mediante el uso de datos personales, como en la novela Nexus (2016) de Ramez Nann un trabajador de la empresa Microsoft.
Sin embargo, el binarismo que discurre entre solo 2 categorías: bueno-malo, distopIA, utopIA, en general nos conduce a dilemas morales y me recuerdan el dilema del tranvía cuando la reflexión humana no se anima a pensar diferente o“fuera de la caja”. Podríamos preguntarnos ¿La actual tecnología, hacia qué lado podría, llevar a la humanidad? ¿Existiría otra perspectiva superadora del dilema binario y estático? Encontramos en Laurie Penny, periodista y escritora británica, una respuesta para salir de ese aparente camino sin salida. ¿Cuál? Considerar, que el mundo no es tan binario y estático, sino que pueden existir tantos grises o posiciones intermedias como extremos que conviven en un constante y cambiante dinamismo. La AmbitopIA sería el concepto que mejor caracteriza esa posición. Para concretar ese enfoque es vital educar a la sociedad sobre los usos y potenciales riesgos de la inteligencia artificial, fomentando una alfabetización digital que permita a los ciudadanos comprender y participar activamente en el desarrollo ético de esta tecnología. La transparencia y la responsabilidad en la creación de los sistemas digitales son esenciales para evitar que la IA se convierta en una “caja negra” que tome decisiones incomprensibles y a menudo, injustas. Esto implica diseñar sistemas explicables y auditables y establecer regulaciones internacionales que aseguren su uso ético y respetuoso.
La IA es una tecnología sin fronteras y requiere de la colaboración internacional para evitar una carrera tecnológica descontrolada. Las naciones deben compartir buenas prácticas y marcos regulatorios que fomentan un desarrollo sostenible de la IA, que busque el bienestar colectivo en lugar de beneficios aislados para un puñado de actores. Así, la “Distop-IA” podría ser vista como una advertencia, mientras que la “Utop-IA” podría representarse como la esperanza para que caminemos hacia un equilibrio cambiante, dinámico, posible y humano.
Como diría Penny la ambitropIA es el lugar donde se expone lo que queremos cambiar vía distopía mientras se demuestra que se puede construir un mundo mejor hacia una utopía. Y ese sentido me remite al poema de Eduardo Galeano cuando se pregunta cómo se llega a ese mundo utópico. En efecto, La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos …Entonces, ¿para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar.
[1] Distopía según la RAE es la representación ficticia de una sociedad futura de características negativas causantes de la alienación humana. Sería el antónimo de utopía. La terminación de las dos palabras en IA, en este artículo, hace alusión a la relación con la inteligencia artificial.
[2] George Orwell fue un periodista y escritor británico de la primera mitad del siglo XX, famoso por su novela distópica 1984 en la que crea el concepto de «Gran Hermano», popularizado luego por las críticas a las técnicas modernas de vigilancia. Blade Runner (1982).Es una película que plantea una reflexión sobre las consecuencias de «jugar a ser Dios» al crear formas de vida artificial y las implicaciones éticas. El escenario distópico, marcado por un mundo deteriorado y una sociedad desigual, es también una crítica a los excesos corporativos y la pérdida de humanidad en un mundo tecnológico. Black Mirror (2016) una serie británica que examina los efectos y dilemas éticos de la tecnología en la vida moderna, haciendo una crítica social sobre cómo nuestras obsesiones y debilidades pueden amplificarse en un mundo altamente tecnológico. Cada episodio es independiente, ambientado en un universo donde la tecnología ha avanzado, pero las emociones y fallas humanas siguen presentes.
Autora:
Ana María Lamas. Dra. En Filosofía y Educación (Madrid)
Posdoctoral en Educación a Distancia (México).
Posgrado Especializado en Periodismo y Ciencias de la Información (Santander).
Lic. en Ciencias de la Educación (UBA).
Premio “Excelencia Educativa” por Cámara de Comercio Mercosur.
Actualmente es:
Directora del Diplomado en Inteligencia Artificial en SSyO en IAS Instituto Argentino de Seguridad
Evaluadora concursada del Programa de Internacionalización de la Educación Superior Y Cooperación Internacional
Conferencista Internacional
Publica papers, libros, artículos en revistas académicas y de divulgación científica.
Directora de proyectos de investigación en organizaciones intermedias y alumnos de posgrado.
Columnista en radios y en la newsletter OdT.
Cargos anteriores
Fue Directora de la Lic. en Periodismo de Universidad Maimónides, docente de UBA y otras universidades argentinas y extranjeras en grado y posgrado.
Contenidista en el Programa Erasmus Mundus de la Unión Europea para la educación a distancia.
Fue fundadora y madrina de FM Peregrina. Subdirectora de Educación de la Municipalidad de General Villegas.
LinkedIn: Ana Lamas