Después de las ventas en temporada y las destinadas a vender el stock remanente, quedan sin comercializar alrededor de 2.000 millones de euros en bienes no alimentarios.
Ante esta situación, Francia ha decidido que, a partir del 1 de enero, estos productos ya no se podrán destruir.
Esta determinación afectará a productos electrónicos, textiles, muebles, cartuchos de tinta, así como a artículos de higiene y puericultura, libros o equipos de conservación de alimentos, entre otros.
Según el medio Le Monde, la medida, derivada de la ley antiresiduos, tiene como objetivo «obligar a productores, importadores y distribuidores a reutilizar, o reciclar productos no alimentarios que no se han vendido«, para minimizar los residuos y las emisiones de gases de efecto invernadero y crear nuevas formas de acción social.
De hecho, desde el Ministerio de Transición Ecológica francés matizan que en caso de inspección por parte de la Dirección General de Competencia, Consumo y Control del Fraude (DGCCRF, por sus siglas en francés), la ley prevé multas «de hasta 15.000 euros por incumplimiento y por persona jurídica».
Las autoridades francesas destacan principalmente los productos de higiene y puericultura, un sector en el que el 9% de los productos no vendidos se destruyen por incineración, «mientras que tres millones de franceses se ven privados de productos básicos de higiene y 1,7 millones de mujeres no tienen la protección higiénica suficiente».
Además de no ser destruidos, estos productos tendrán que donar prioritariamente a organizaciones benéficas para que sean más accesibles para familias en vulnerabilidad económica.
