¿Qué pensarían si vieran una heladera a la intemperie en las afueras de Junín de los Andes, en la Patagonia Argentina…junto al barrio 101 viviendas, una barriada en donde abunda la pobreza, no hay escuela y sobran las necesidades….?.
Supondrá que es un residuo abandonado por un irresponsable, pero en realidad es una “bibliodera” una suerte de biblioteca al aire libre. Sin candados, horarios, ni restricciones, este pequeño refugio cultural alimenta la curiosidad y hambre de lectura.
Quien quiera puede ir y servirse. Leer en el lugar o llevar algún ejemplar y luego devolverlo.
La iniciativa, motorizada desde el año 2019 por la docente y bibliotecaria Marcela Blanco, junto a su colega Julia Komerovsky. Quienes quisieron hacer una biblioteca popular a partir de sus propios libros.
Si bien la iniciativa reconoce antecedentes proyectos similares en otros lugares, pero el uso de este residuo tecnológico, lo vuelve un caso llamativo. Al respecto indicó Blanco que en la Patagonia “con los vientos, la nieve y la lluvia, lo único que cierra bien es una heladera”.
La idea prendió en la barriada, y con más ganas que recursos generaron acciones en torno de la bibliodera, que incluyen maratones de lectura y talleres para niños.
Afirman que quieren replicar la movida en otros cinco puntos alejados del centro de la ciudad y actualmente se encuentran pintando una bibliodera para inaugurar en julio en el barrio “Nehuen Che” un loteo social donde viven 400 familias.
