Cuando cursaba un posgrado en la Universidad de Mar del Plata, allá por los 90, no existían los papers y libros digitales, usábamos algunos clásicos en formato papel, revistas académicas y sobre todo las fotocopias contra las cuales luchaba la industria editorial sin lograr controlar el mercado de copias ilegales. Más allá de que a veces esas copias eran casi ilegibles por falta de tinta en la impresión, resultaban incómodas a la hora de leer. Un día en la clase de Teoría Social, alguien le preguntó al profesor Atilio Borón qué opinaba sobre el fotocopiado de libros. El profesor sonrió levemente y dijo: una fotocopia no permite establecer la relación libidinosa[1] que se establece con el libro, es otra cosa. Ese hecho vive en mis recuerdos no tanto por la pregunta sino por la respuesta. En una cultura y educación atravesada por la velocidad, la brevedad, la crisis y los teléfonos celulares antes de saber cuál es la relación que establecen los jóvenes con el libro, me pregunto primero si leen y en tal caso cómo leen.
Contrariamente a lo que parece, hay datos que dan cuenta que los millennials y los jóvenes de la Generación Z son muy lectores. Pero ¿qué leen y cómo? En una investigación -estudio de caso- llevada a cabo con alumnos a distancia de Universidad Maimónides, durante 2020, comprobé que los estudiantes usan en igual proporción los libros digitales como los libros-papel. Y no solo para el estudio sino también como recreación. Junto a estos datos aparecen otros que avanzan en dirección al segundo interrogante, cómo leen. Y aparece en el horizonte la emergencia de un nuevo fenómeno que amplía las opciones de lectura sobre todo la de los jóvenes. Están haciendo su entrada triunfal los booktubers como motivadores de lecturas. La palabra es un acrónimo formado por “book” (libro) y “tuber” (acción que refiere a You Tube la plataforma de videos configurada por lo que cada uno produce y publica) y aplica a los lectores que reseñan libros en video y los suben a la plataforma YouTube. Allí los booktubers comparten el canon y el fandom[2], es decir opiniones, apreciaciones y recomendaciones de lecturas entres sus pares, – y con otros que no lo son- creando comunidades de lectores, que a su vez producen otros sentidos más allá de los autores de los libros que recomiendan. En general, pertenecen a una comunidad y generan comunidad. Según las estadísticas de Google Trends el 40% de lectores argentinos descubre sus lecturas digitales por recomendación. Y teniendo en cuenta que, para los jóvenes, el mundo digital y físico son un solo mundo, es posible imaginar el impacto de los booktubers en la educación informal y en la cultura en general.
En una publicación de la Universidad Austral, Los booktubers en el ecosistema del libro y la
lectura, Albarellos, García Luna y Arri en 2019, explican la función de los booktubers como mediadores culturales. Algunos son jóvenes y otros no tanto que se dirigen a sus pares y se ubican en el lugar, no de especialista sino de amantes de la literatura y la tecnología que se comunican con empatía y con un lenguaje coloquial explicando por qué los libros que recomiendan son sus favoritos. Solo hace falta un libro, un lector, una plataforma de You Tube y seguidores. Cuando los seguidores son muchos, el productor de contenido se transforma en influencer que encuentra y conquistan una nueva actividad laboral rentada lo que se traduce como un emprendimiento cultural innovador. De hecho, las editoriales, están muy atentos para promocionar sus títulos.
¿Cómo ser un buen booktuber? Como en todas las comunicaciones, hay un guion, estudiado y presentado con naturalidad. En la introducción, en general los booktubers muestran el título, los autores -escritores e ilustradores- y los protagonistas. Luego entran en los personajes, los temas, conflictos, argumento, así como la opinión del presentador y los sentimientos que le producen. Al despedirse, lo suelen hacer con alguna frase del texto y con los motivos por los cuales recomiendan su lectura. Esta sugerencia llega a los seguidores que leen después, en formato papel o digital según sus posibilidades y preferencias. ¿Cómo será la relación que los lectores establecen con el texto…?
Es probable que los jóvenes de hoy establezcan también una relación libidinosa con el libro digital como yo lo experimento con el libro papel de la misma manera que mi profesor Borón. Y es probable que se cumpla la invitación de Borges cuando se refería a un texto de Daniel Pennac:
El verbo leer, como el verbo amar y el verbo soñar, no soporta “el modo imperativo”. Yo siempre les aconsejé a mis estudiantes que si un libro los aburre lo dejen; que no lo lean porque es famoso, que no lean un libro porque es moderno, que no lean un libro porque es antiguo. La lectura debe ser una de las formas de la felicidad y no se puede obligar a nadie a ser feliz.
[1] Libidinosa, adjetivo derivado del sustantivo libido. En sentido freudiano hace referencia a la fuerza, energía psíquica que se aplica al deseo sexual. Por extensión, concierne al empuje, ímpetu o motivación afectiva hacia diversas relaciones no sexuales, que incluyen además a los objetos, como en este caso el libro.
[2] Canon está constituido por el universo creado por quien emite un mensaje y enriquecido por las extensiones transmediales. Fandom hace referencia a la comunidad de fans en general, así como a las creaciones que ellos producen por fuera del canon oficial y que vienen a enriquecer el universo transmedia,
Booktubers nuevos lectores y emprendedores
Dra. Ana Lamas
Cuando cursaba un posgrado en la Universidad de Mar del Plata, allá por los 90, no existían los papers y libros digitales, usábamos algunos clásicos en formato papel, revistas académicas y sobre todo las fotocopias contra las cuales luchaba la industria editorial sin lograr controlar el mercado de copias ilegales. Más allá de que a veces esas copias eran casi ilegibles por falta de tinta en la impresión, resultaban incómodas a la hora de leer. Un día en la clase de Teoría Social, alguien le preguntó al profesor Atilio Borón qué opinaba sobre el fotocopiado de libros. El profesor sonrió levemente y dijo: una fotocopia no permite establecer la relación libidinosa[1] que se establece con el libro, es otra cosa. Ese hecho vive en mis recuerdos no tanto por la pregunta sino por la respuesta. En una cultura y educación atravesada por la velocidad, la brevedad, la crisis y los teléfonos celulares antes de saber cuál es la relación que establecen los jóvenes con el libro, me pregunto primero si leen y en tal caso cómo leen.
Contrariamente a lo que parece, hay datos que dan cuenta que los millennials y los jóvenes de la Generación Z son muy lectores. Pero ¿qué leen y cómo? En una investigación -estudio de caso- llevada a cabo con alumnos a distancia de Universidad Maimónides, durante 2020, comprobé que los estudiantes usan en igual proporción los libros digitales como los libros-papel. Y no solo para el estudio sino también como recreación. Junto a estos datos aparecen otros que avanzan en dirección al segundo interrogante, cómo leen. Y aparece en el horizonte la emergencia de un nuevo fenómeno que amplía las opciones de lectura sobre todo la de los jóvenes. Están haciendo su entrada triunfal los booktubers como motivadores de lecturas. La palabra es un acrónimo formado por “book” (libro) y “tuber” (acción que refiere a You Tube la plataforma de videos configurada por lo que cada uno produce y publica) y aplica a los lectores que reseñan libros en video y los suben a la plataforma YouTube. Allí los booktubers comparten el canon y el fandom[2], es decir opiniones, apreciaciones y recomendaciones de lecturas entres sus pares, – y con otros que no lo son- creando comunidades de lectores, que a su vez producen otros sentidos más allá de los autores de los libros que recomiendan. En general, pertenecen a una comunidad y generan comunidad. Según las estadísticas de Google Trends el 40% de lectores argentinos descubre sus lecturas digitales por recomendación. Y teniendo en cuenta que, para los jóvenes, el mundo digital y físico son un solo mundo, es posible imaginar el impacto de los booktubers en la educación informal y en la cultura en general.
En una publicación de la Universidad Austral, Los booktubers en el ecosistema del libro y la
lectura, Albarellos, García Luna y Arri en 2019, explican la función de los booktubers como mediadores culturales. Algunos son jóvenes y otros no tanto que se dirigen a sus pares y se ubican en el lugar, no de especialista sino de amantes de la literatura y la tecnología que se comunican con empatía y con un lenguaje coloquial explicando por qué los libros que recomiendan son sus favoritos. Solo hace falta un libro, un lector, una plataforma de You Tube y seguidores. Cuando los seguidores son muchos, el productor de contenido se transforma en influencer que encuentra y conquistan una nueva actividad laboral rentada lo que se traduce como un emprendimiento cultural innovador. De hecho, las editoriales, están muy atentos para promocionar sus títulos.
¿Cómo ser un buen booktuber? Como en todas las comunicaciones, hay un guion, estudiado y presentado con naturalidad. En la introducción, en general los booktubers muestran el título, los autores -escritores e ilustradores- y los protagonistas. Luego entran en los personajes, los temas, conflictos, argumento, así como la opinión del presentador y los sentimientos que le producen. Al despedirse, lo suelen hacer con alguna frase del texto y con los motivos por los cuales recomiendan su lectura. Esta sugerencia llega a los seguidores que leen después, en formato papel o digital según sus posibilidades y preferencias. ¿Cómo será la relación que los lectores establecen con el texto…?
Es probable que los jóvenes de hoy establezcan también una relación libidinosa con el libro digital como yo lo experimento con el libro papel de la misma manera que mi profesor Borón. Y es probable que se cumpla la invitación de Borges cuando se refería a un texto de Daniel Pennac:
El verbo leer, como el verbo amar y el verbo soñar, no soporta “el modo imperativo”. Yo siempre les aconsejé a mis estudiantes que si un libro los aburre lo dejen; que no lo lean porque es famoso, que no lean un libro porque es moderno, que no lean un libro porque es antiguo. La lectura debe ser una de las formas de la felicidad y no se puede obligar a nadie a ser feliz.
[1] Libidinosa, adjetivo derivado del sustantivo libido. En sentido freudiano hace referencia a la fuerza, energía psíquica que se aplica al deseo sexual. Por extensión, concierne al empuje, ímpetu o motivación afectiva hacia diversas relaciones no sexuales, que incluyen además a los objetos, como en este caso el libro.
[2] Canon está constituido por el universo creado por quien emite un mensaje y enriquecido por las extensiones transmediales. Fandom hace referencia a la comunidad de fans en general, así como a las creaciones que ellos producen por fuera del canon oficial y que vienen a enriquecer el universo transmedia.

Ana María Lamas
Lic. en Ciencias de la Educación (UBA) y Dra. en Filosofía Y Educación con reconocimiento “Cum Laude”. Especialista en Ciencias Sociales y Educación a Distancia.
Docente y directiva en el nivel secundario y universitario. Dictó cursos y seminarios sobre su especialidad en Argentina, América y Europa. Publicó artículos en revistas científicas en el país y en el extranjero.
Escribió libros académicos y de divulgación científica referidos a educación, nuevas tecnologías, juego y trabajo. Emprendió la creación y luego la gestión de una radioeducativa escolar, movida por la percepción del poder educador de los medios de comunicación.
Ha recibido el Premio a la Excelencia Educativa otorgado por la Federación de Cámaras de Comercio del Mercosur. Actualmente es profesora en Maestrías en UCES y Directora de la Lic. en Periodismo de Universidad Maimónides