Recientemente, participé en el Congreso Internacional de Economía Plateada organizado por la Sociedad Latinoamericana de Estrategia en Montevideo. Más allá de los excelentes expositores y la impecable organización, un tema persistente a lo largo de las jornadas fue el valor de las emociones en todas las áreas de la vida, especialmente en el ámbito laboral, en tiempos dominados por la inteligencia artificial generativa. Esa idea se puede traducir en lo que se conoce como «economía de la pasión».
El concepto fue acuñado por Adam Davidson en el año 2020, para describir actividades que no solo entusiasman a quienes las realizan, sino que también pueden convertirse en una fuente de ingresos. A menudo, se escucha a personas decir: “¡Qué afortunado soy…tengo un trabajo que disfruto, buenos ingresos y soy mi propio jefe!”. Esto refleja una óptima combinación de trabajo y placer. Davidson plantea una visión optimista de la cuestión, sugiriendo que personas curiosas y con toques de ambición – ambición y no codicia- puedan crear proyectos propios y posiblemente combinándolos con actividades en relación de dependencia, explorando sus pasiones hasta convertirlas en actividades rentables y por qué no, escalables.
No es extraño estar reflexionando sobre el tema en un momento en que el paradigma de las nuevas generaciones está atravesado por trabajar sin renunciar a satisfacer placeres y qué mejor poder vivir llevándolos a cabo a la misma vez. Pero, también la generación plateada +50, no se resigna a dejar sus pasiones a un lado e incluso algunos no se conforman con no cumplir con alguna asignatura pendiente.
Al joven tal vez lo entusiasme más relacionar el trabajo y la pasión alrededor de las plataformas digitales que al ir evolucionando, permiten que los usuarios puedan encontrar con más facilidad quienes valoren sus talentos, desde la música hasta la escritura, pasando por la artesanía y el coaching personal. Pero no solo eso, se han desarrollado propuestas de comercio electrónico, de servicios de alojamiento, de servicios de salud, servicios educativos, todos on line, entre muchas otras. La accesibilidad a herramientas tecnológicas y redes sociales ha democratizado la capacidad de convertir pasiones en negocios.
Pero los +50 pueden también encontrar esa combinación pasión y trabajo. En efecto, mi amiga Adriana luego de jubilarse como maestra y a pesar de haber logrado un ingreso razonable sentía que algo le faltaba a su vida. Su verdadera pasión, había sido la gestión educativa. Pero con los años y la experiencia la imaginó con una visión diferente a la de la educación formal tradicional. En ese día de inspiración, decidió dar un salto de fe. Y se embarcó en la aventura de crear una escuela basada en una de las metodologías de la “Escuela Nueva” en la provincia de Santa Fe. En ese espacio de aprendizaje, niños y jóvenes son el centro del hecho educativo y no solo deseos escritos en diseños curriculares. Es cierto que padres de posibles alumnos la estimularon, pero sin duda conocían su pasión y compromiso. Necesitaba de lo que ahora se denomina un ecosistema colaborativo. Para ello se reunió con algunos de los interesados, con especialistas en educación, diseño web, economía, leyes y entes gubernamentales y proyectó su propio viaje, su proyecto con pasión. El equipo que lideró y lidera eligió seguir sus pasiones. Esta tendencia viene considerándose un motor clave de innovación.
Los emprendimientos que nacen de una chispa de pasión y una visión innovadora son el puente entre la economía de la pasión y la innovación abierta. Estos pequeños negocios no solo se adaptan rápidamente a las tendencias del mercado, sino que suelen estar dirigidos por personas profundamente comprometidas con sus ideas. La pasión impulsa la innovación, y esta a su vez alimenta más pasión, creando un ciclo virtuoso.
Es cierto que no todos los placeres pueden ser loables y rentables. Recuerdo cuando estudiaba a Aristóteles que, dentro de sus enseñanzas prácticas de la filosofía, sugería a sus alumnos preguntar a los ciudadanos de Atenas qué era la felicidad. Las respuestas variaban desde tomar vino hasta ser buenos artesanos, pasando por ser generales del ejército. Pocos se volcaban hacia la filosofía, la pasión de Aristóteles. Aquí, nos referimos a la «pasión armoniosa», aristotélica en su sentido universal del bien común, que es aquella que deriva en beneficios personales y sociales.
Construir un negocio a partir de la pasión implica desarrollar ideas, talentos o habilidades únicas. Como diría Davidson descubrir qué te hace diferente. El primer paso es identificar claramente nuestra pasión, reconociendo que no es un incentivo único, sino una combinación de intereses.
Emprender en la economía de la pasión conlleva desafíos y riesgos. La incertidumbre financiera, las largas horas de trabajo y la presión constante pueden ser abrumadoras. Sin embargo, para muchos emprendedores, como mi amiga, las recompensas superan los riesgos. La posibilidad de trabajar en algo que aman, de hacer una diferencia y de tener control total sobre su destino profesional son motivaciones poderosas.
En resumen, en un mundo donde el trabajo y la vida personal están cada vez más interconectados, encontrar y seguir la pasión puede ser una de las decisiones más gratificantes. Las oportunidades son amplias para aquellos que se atreven a dar el salto y convertir sus sueños en realidad.
Autora:
Ana María Lamas. Dra. En Filosofía y Educación (Madrid)
Posdoctoral en Educación a Distancia (México).
Posgrado Especializado en Periodismo y Ciencias de la Información (Santander).
Lic. en Ciencias de la Educación (UBA).
Premio “Excelencia Educativa” por Cámara de Comercio Mercosur.
Actualmente es:
Evaluadora concursada del Programa de Internacionalización de la Educación Superior Y Cooperación Internacional
Conferencista Internacional
Publica papers, libros, artículos en revistas académicas y de divulgación científica.
Directora de proyectos de investigación en organizaciones intermedias y alumnos de posgrado.
Columnista en radios y en la newsletter OdT.
Cargos anteriores
Fue Directora de la Lic. en Periodismo de Universidad Maimónides, docente de UBA y otras universidades argentinas y extranjeras en grado y posgrado.
Contenidista en el Programa Erasmus Mundus de la Unión Europea para la educación a distancia.
Fue fundadora y madrina de FM Peregrina. Subdirectora de Educación de la Municipalidad de General Villegas.
LinkedIn: Ana Lamas