El caso de la carne
Dentro del amplio campo de la producción y distribución de los alimentos, su cuidado y controles -especialmente delicada la cuestión de los productos perecederos-, se requieren métodos de supervisión desde el origen hasta el consumo para evitar daño a los consumidores y pérdidas económicas. Uno de los capítulos más complejos es el de la carne.
La industria ganadera consiste en un flujo de materia y energía, que comienza con la luz del sol sobre las pasturas, que capturan el carbono de la atmósfera, constituyendo materia vegetal que, puesta a disposición de una vaca, producirá un ternero, que criado por 20 o 24 meses será un novillo a procesar en un frigorífico.
El resultado de ese tránsito está condicionado por el medio ambiente -suelo, aire y agua– cuya calidad expresada en la ausencia de contaminantes químicos y/o biológicos alcanzará eventualmente a transformarse en un alimento genuino.
La complejidad de esta industria en los tiempos que corren, en que se suministran piensos concentrados, en ambientes que reúnen cargas animales mayores a lo natural concentrando contaminantes y con el agregado de fármacos y promotores del crecimiento, pueden perjudicar la genuinidad e inocuidad de un alimento de la mayor calidad, requiere herramientas cada vez más complejas
A efectos de asegurar la genuinidad e inocuidad de una proteína proveniente a veces de miles de kilómetros, es natural que un consumidor chino reclame a su servicio veterinario que disponga de pruebas o por lo menos testimonios creíbles de que ha sido producida en base a animales criados en condiciones saludables, sobre suelos y atmósfera no contaminados. La única manera de acercarse a esa certidumbre es un sistema de rastreo que testifique la condición de cada paso en tiempo real, con lo que además el cliente alejado pueda prever el resultado al momento de recibir el producto.
Los vacunos, por ejemplo, son criados hasta su destete en campos naturales, con mínima intervención veterinaria, son vendidos a diferentes campos de recría en los que se conforman lotes mayores que incluyen animales de diferentes proveniencias. Ello se hace principalmente en campos de calidad mediana a baja y finalmente, en la terminación del engorde es muy frecuente el feed-lot donde se pueden producir desvíos. El medio ambiente de alta humedad ayuda a prosperar especies de bacterias y hongos en fuertes concentraciones, se impregnan en el cuero y alcanzan la carne con mayor facilidad. Esos ambientes inconvenientes también requieren mayor intervención veterinaria, por lo que las fórmulas de la dieta y la farmacia ocasionan presencia de sustancias que no se produce ni se espera que no estén presente dentro del organismo.
Como se ha dicho, la etapa de cría no está sometida a prácticas eventualmente peligrosas para el consumidor. Pero sí se diferencian por calidad genética, ya que los terneros provenientes de campos menos propicios, como las áreas subtropicales, requieren animales más rústicos, que resultarán en novillos de menor calidad, lo que será un factor de diferenciación adicional a la hora de la clasificación de producto.
En la etapa del engorde final, que puede durar unas pocas semanas, es la más peligrosa por la proximidad con el consumo y por ser la más artificiosa.
En resumen, el producto primario son lotes de animales conformados en la etapa de engorde que pueden provenir de uno o más establecimientos de cría y uno o más establecimientos de recría. Normalmente, la unidad de transacción con la siguiente etapa de industrialización es la TROPA, constituida por la cantidad de animales que caben en un camión jaula [1] . Estos pueden provenir de un establecimiento con pasto natural o de un feed lot en el caso de las compras directas o de mercado de concentración como el de Liniers, en el que la tropa se integra con animales de diferentes orígenes.
Etapa industrial
La industria ganadera es altamente regulada por sanidad animal (Ley de Policía Sanitaria de los Animales Ley 3.959 de 1903), cumplimiento fiscal y previsional y por inocuidad de alimentos (Decreto 4.238/68).
Cada operación de faena tiene dos identificaciones: la de la planta, que es otorgada por SENASA en el nivel nacional o por la provincia para los consumos locales y por otra parte una matrícula de diferentes capacidades, pero que básicamente identifica al propietario del animal faenado, que es el responsable fiscal
En la planta faenadora, los animales son sacrificados, cuereados, eviscerados y enfriados hasta los 7°C. Todo ese procedimiento es el denominado Ciclo I, que termina con medias reses procedentes de diversas tropas y con individuos de diferentes categorías (vacas, toros, novillos, novillitos, terneros) diferentes clasificaciones (según desarrollo, gordura, raza, etc) y diferentes propietarios, que puede ser la empresa faenadora, un matarife o un productor ganadero que después venderán por su cuenta a carniceros, a comercio mayorista o aún a exportación
La siguiente etapa dentro de la planta industrial es la venta de las medias reses a carniceros o la división de las medias reses en tres (cuarto trasero, delantero y costillar) o más partes, cada una de las cuales puede ser vendida a otra empresa industrial o de comercio mayorista o transferida a la despostada, que es la sección de la planta que ejecuta el llamado Ciclo II.
En la despostada, los cuartos son deshuesados y preparados en porciones envasadas en bolsas al vacío. Cada corte es identificado por una etiqueta que identifica el producto y la planta de empaque, que puede ser o no el frigorífico original
En esta etapa es donde se produce la mayor presión para la identificación, según todas las variables hasta aquí mencionadas. Por ejemplo, un container refrigerado de 40 pies con destino a cuota Hilton podría requerir cortes de alta calidad (lomo, bife angosto y ancho), proveniente de novillos británicos pesados criados y terminados a pasto, con grasa 2. Un embarque a China podría ser un contenedor de 27 toneladas de shin-shank (brazuelo y garrón, que representan 7% de la media res) procedente de vacas conserva.
Para el seguimiento del proceso industrial deben considerarse varias dimensiones, teniendo en cuenta que llenar un container de 25/27 toneladas con cortes que representan una fracción de una media res, implica que en el contenedor participan muchos animales con muchos orígenes (desde 200 a 12.000 en un caso extremo). Ello implica demostrar o por lo menos asegurar hasta donde resulta posible, los siguientes conntroles
- Condición de la materia prima: categoría (clasificación y tipificación) y procedencia del animal (origen, sistema de engorde) y certificaciones requeridas
- Inocuidad. Toda planta exportadora debe contar con un plan HACCP (Hazard Analysis en Critical Control Points o Análisis de Peligros y Puntos Críticos de Control) que es un sistema basado en SSOPs (Standardized Sanitation Operating Procedures), y GMP (Good Manufacturing Process). Este sistema exige un registro permanente en libro inviolable que registra los desvíos, las soluciones y los cambios en el GMP para evitar la repetición. Un sistema que permita el acceso del cliente a ese al HACCP convertido en un ledger en blockchain sobre la producción que adquirió, es una garantía adicional.
- Calidad de elaboración y acondicionamiento: dressing, peso, etiquetado individual con peso, número de lote, fechas de elaboración y vencimiento, instrucciones de manejo, etc. Rotulado de cajas con todos los datos requeridos y código de barras (EAN 128 para las ventas a supermercados)
- Cumplimiento de temperaturas en depósito. Registros de temperatura y datos de stock por producto y ubicación en depósito con sensores
- Calidad de logística (Stuffing del container) Constancia de temperatura de carga y estibado o paletizado y seteo de la temperatura del contenedor
- Cumplimiento de temperaturas en transporte y distribución, que puede demorar hasta 100 días en llegar a importadores y hasta 130 días al consumidor para lo enfriado o períodos mucho más largos para congelados. Anticipación de eventuales problemas previo a arribo.
CONCLUSIÓN
Una herramienta privada bajo blockchain en la que se integren muchos interesados en el producto, con masa suficiente para ser confiable y en la que se pueda intermediar información entre compradores y vendedores, que permita el acceso de un comprador específico para entrar a una parte del libro HACCP de determinado vendedor que está preparando un lote para vender o que le vendió. Además podría incorporarse seguimiento con imágenes o sensores IoT.
El valor de una red (de blockchain o de cualquier otra naturaleza), no es la red en sí misma, sino la comunidad que se vale de ella para la interacción (en nuestro caso, se trata de una comunidad de suministro de carne).
Como si esto no fuera suficiente, bien sabemos que la trazabilidad no es un asunto nuevo. Tiene actores conocidos y definidos. Tiene también iniciativas que, si bien carecen de la sistematización que exponemos, tienen inversión y sistemas funcionando a medio camino. Por lo que toda la tecnología y puntos de acceso de cada uno de los actores al sistema, tienen que contemplar procesos de obtención y traza de información heterogéneos. Una convergencia de intereses y responsabilidades haría útil, posible y sustentable el sistema.
[1] Equipo y procedimiento cuya calidad también influyen en el producto