Mirando videos por You Tube, un tiempo atrás,como suelo hacer frecuentemente, en los que en general voy hacia temas que no pertenecen a mi ámbito laboral tales como la música, gastronomía, huerta y otros; me llamó la atención el titulado Ponele queso rallado a tu vida. Confieso que pensé que tenía que ver con recetas de cocina. Pero no,… se trataba de una entrevista periodística a Lele Garbulsky, quien en poco más de dos minutos describía, de una manera muy amena, su quehacer diario rutinario y poco motivante. No eran momentos malos comentó, pero: el día me llevaba puesto, … era como sentir el transcurrir del tiempo sin nada emocionante… En un encuentro casual, una amiga le comenta a Lele: Hoy tuve un momento en el que decís ufff ¡¡¡qué linda es la vida!!! Lele pensó habrá conseguido un buen trabajo, o fueron muy buenos los resultados de sus exámenes y agregó: ¿Qué te pasó?… Ella le respondió: Hoy estaba en mi casa y viste… viste ese momento en que le ponés queso rallado a los ravioles…
Y allí empezaron mis reflexiones ¿aprecio el “queso rallado” en mi vida? En un acto de elevada autoestima me dije sí, pero enseguida me interrogué ¿es suficiente? A lo que agregué: ¿y aunque fuera suficiente no es conformarse con poco? ¿Implica que solo vale el presente? 0 ¿Podría ser indicador de vivir cada momento con pasión? Y en ese cavilar me acordé de un artículo que escribí junto a mi hermana que giraba alrededor del tiempo social vivido y percibido por los seres humanos. En medio de la escritura no encontrábamos una palabra que describiera los tiempos actuales vivenciados por la mayoría de los jóvenes como un transcurrir en eterno presente, gracias, entre otras cuestiones, a la omnipresencia de internet 24/7. Ese tiempo que se compone de fragmentos dispersos donde cada instante es igual a otro, superpuesto, en ocasiones carente de sentido y agregaría con escasa emoción y pasión que lleva a disfrutar los diversos instantes como únicos e irrepetibles. Y lo asocié, en esa catarata de recuerdos, a algo así como no darse cuenta de la vitalidad del suceso de ponerle queso rallado a los ravioles. Pero Byung-Chul Han nos ofreció la palabra que buscábamos: tiempo disincrónico[1] en el libro: El aroma del tiempo (2015).
Y seguí recordando…a Alvin Toffler que en pleno siglo XX escribió el Shock del futuro, en donde analizaba el tema del tiempo desde una perspectiva semejante. Habló sobre la compresión del tiempo, refiriéndose a la aceleración con que ocurren los fenómenos en donde el tiempo que antes se percibía más largo en materia de introducción de cambios, ahora se ve más acotado produciendo ese efecto, aplastado, apretado y tensionado a la vez. Pero, al mismo tiempo recomendaba antídotos para la aceleración comprimida que denominó “islas de estabilidad”, entre ellas, tiempos de disfrute de lo simple, lo cotidiano, sencillo, natural, vinculado con el pequeño placer de abrazar a un amigo, de leer un cuento a grupo de niños, de apasionarse resolviendo un crucigrama, de deleitarse reflexionando a solas, de no hacer nada productivo tanto como de tomar una copa en familia.
Hoy a esa compresión del tiempo se agrega, se agrega la instantaneidad y la simultaneidad que permite estar en muchos espacios y tiempos fusionados a la vez presenciales y virtuales, fragmentados, diversos y superpuestos, es decir disincrónicos. Tiempos de La sociedad de la transparencia como la denominó Han. Sociedad como una sucesión de un presente disponible en todo momento carente de sentido vital y humano. Si bien Han presenta una mirada poco optimista del tiempo actual, existen otras personas como la amiga de Lele, o como Toffler que captan el aroma de (todos los) tiempos como el de: “ponerle queso rallado a los ravioles” o refugiarse en “islas de estabilidad”.
Es cierto que las necesidades económicas familiares dejan poco tiempo para saborear de otros soplos de existencia. Pero de lo que se trata, sobre todo para los jóvenes, es de encontrar un significado en la vida actual y para la vida futura. Sir Ken Robinson lo llamaba El elemento y en varios videos disponibles en plataformas digitales da cuenta del anacronismo educativo y de la necesidad de cambio para que desde pequeños no “pierdan el tiempo” con aprendizajes poco valiosos, en torno a conocimientos y emociones. Es hora de incorporar lo emocional y lo digital en la vida y en las instituciones educativas, sobre todo, sin confundir “viralidad con verdad, visibilidad con valor, algoritmo con sabiduría”, yo presente eterno[2] con Yo Futuro prospectivo.
Luego de que la marea de mi pensamiento trajera a la conciencia varios textos sobre el tema me propuse responder las preguntas iniciales con más argumentos. Las respuestas empezaron por lo más simple…si, no, depende… y en este depende aparecieron los razonamientos. Como educadora y adulta interesada en la inclusión de las nuevas generaciones en un mundo de bienestar general y digital estimo que se trata de enseñar a vivir cada momento con pasión, de enseñar a disfrutar de “las islas de estabilidad” para aprender a diseñar los futuros posibles, a saborear los grandes logros tanto como los de “ponerle queso rallado a los ravioles”. Enseñar a percibir el aroma del tiempo instantáneo y durable, para “que el día no nos lleve puesto”. Y en el colorido de lo instantáneo, con la musicalidad de la duración ¿Podríamos aprender a apreciar el aroma de nuestros tiempos vitales? Creo que vale la pena intentarlo.
[1] Hasta hace poco y en torno a un mismo criterio clasificatorio vinculado con lo social, el tiempo se percibía y vivenciaba como sincrónico– al mismo tiempo personas conversando cara a cara, o por teléfono- o asincrónico -personas que se comunican, pero no al mismo tiempo, como lo era y es a través de las cartas o el actual e-mail, incluso los mensajes por otras aplicaciones digitales-.
[2] Se refiere a la actitud humana de enfocarse exclusivamente en lo que se hace en el hoy, sin pensar en el mañana. Pero el “yo” se constituye entre la estabilidad y la continuidad temporal.

Autora:
Ana María Lamas. Dra. En Filosofía y Educación (Madrid)
Posdoctoral en Educación a Distancia (México).
Posgrado Especializado en Periodismo y Ciencias de la Información (Santander).
Lic. en Ciencias de la Educación (UBA).
Premio “Excelencia Educativa” por Cámara de Comercio Mercosur.
Actualmente es:
Evaluadora concursada del Programa de Internacionalización de la Educación Superior Y Cooperación Internacional
Conferencista Internacional
Publica papers, libros, artículos en revistas académicas y de divulgación científica.
Directora de proyectos de investigación en organizaciones intermedias y alumnos de posgrado.
Columnista en radios y en la newsletter OdT.
Cargos anteriores
Fue Directora de la Lic. en Periodismo de Universidad Maimónides, docente de UBA y otras universidades argentinas y extranjeras en grado y posgrado.
Contenidista en el Programa Erasmus Mundus de la Unión Europea para la educación a distancia.
Fue fundadora y madrina de FM Peregrina. Subdirectora de Educación de la Municipalidad de General Villegas.
LinkedIn: Ana Lamas