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Aprendiendo a pensar en tiempo futuro. Una forma de gimnasia cerebral. Por la Dra. Ana Lamas

Cuando era una estudiante de 4° año de secundaria, los adultos como era costumbre en esa época, me preguntaban: ¿Qué vas a hacer cuando termines la secundaria? Incluso a veces se les hacía la misma pregunta a los alumnos próximos a finalizar la primaria en tiempos en que la educación media no era obligatoria. Y en ese ir y venir de preguntas y respuestas más o menos ajustadas a las expectativas adultas proyectábamos nuestras vidas en alrededor de 10 años hacia el futuro. Si concretábamos el proyecto personal elegido de trabajo y estudio o de trabajo solamente, luego venía un largo tiempo sin demasiados desafíos laborales. El mundo cambiaba, pero lentamente, o al menos así lo percibíamos en los pueblos del interior del país, con lo cual lo que aprendíamos durante la escolaridad obligatoria parecía que nos servía bastante bien para resolver los problemas laborales que surgían a menudo. Hasta que un buen día, hacia las últimas dos décadas del siglo pasado, nos dimos cuenta de que el mundo cambiaba más aceleradamente y que la educación no tanto.  Y entonces empezamos a buscar cursos de educación no formales, por fuera del sistema educativo, más dinámicos, flexibles en su organización, más puntuales en su temática y adecuados para resolución de las necesidades laborales.

Por ese tiempo, ya iniciando mi cuarta década de vida, conocí al sociólogo y consultor de organismos internacionales Ezequiel Ander Egg (1930-2024) quien me enseñó a pensar la vida personal, laboral y social en un camino a 10 años hacia el futuro, independientemente de la edad cronológica. Me dijo: Cuando tienes 40 debes dibujar diferentes escenas de cómo quieres verte a los 50, y a los 50 cómo quieres que sea tu película en la década siguiente y así sucesivamente. Me pareció muy interesante su propuesta y en forma intuitiva y luego sistemática la empecé a instrumentar en mi vida.   Curiosamente, casi 20 años después, una especialista en video juegos, que se destaca en su actividad como consejera del Instituto del Futuro, Jane Mc Gonigal   propone trabajar con la misma consigna que me había enseñado mi maestro Ander-Egg.

 Con la práctica personal advertí que, cuanto, con más detalle, profundidad y claridad de objetivos, planteaba mi futuro, más cerca estaba de alcanzar los resultados propuestos.  Este ejercicio implica pensar y crear un futuro deseable y posible, futurable/ futurible y establecer caminos probables y atajos necesarios – planes de contingencia- en caso de encontrar dificultades. En pocas palabras implica crear “memorias de futuro” que, aunque parezca contradictorio, pueden prevenir la pregunta: llegué hasta aquí, me jubilo y ¿ahora qué? …o ¿la inteligencia artificial (IA) hace mi trabajo me quedé vaciado de actividad laboral y ahora qué?… ¿Y si la IA pudiera contestar la pregunta sobre mi futuro? La Universidad de Harvard, el Instituto Tecnológico de Massachusetts -MIT- entre otros ya está trabajando sobre el tema en el proyecto “Future You”.

Las instituciones educativas con frecuencia, no nos enseñan a proyectar “memorias a futuro” a partir de objetivos previsualizados. En todo caso nos muestran historias pasadas para no cometer los mismos errores.  No está mal y son necesarias, pero, hoy la ecuación ha cambiado en términos de prospectiva, no se parte del pasado sino del diseño del futuro, reitero deseable y posible- y en consecuencia se puede imaginar un camino más o menos escarpado, que a veces es necesario reformular. Si lo convertimos en hábito logramos una ejercitación cerebral, de la misma manera que ejercitamos los distintos músculos del cuerpo para estar en forma. Es un “fitness de futurismo” y entonces ¿deberíamos contar con gimnasios cerebrales en las instituciones educativas, para este asunto, entre las distintas actividades? Y en el Siglo XXI además ¿podríamos aumentarlo con el apoyo de la IA? A esta altura de los tiempos, estimo que nadie o pocos dudan que es necesario ejercitar la mente, de hecho, en las instituciones que reciben adultos mayores se incluye de manera cotidiana. Entonces revolotea otra pregunta ¿a qué edad empezar a frecuentar el gimnasio cerebral con la actividad de pensar en tiempo futuro? Tan pronto como empecemos a entender e internalizar el concepto tiempo pasado, presente y futuro si nos referimos a los niños. Y completaríamos junto a Byung Chul Han, cuando empezamos a entender El aroma del tiempo.

Pero Han reflexiona sobre el tiempo actual y advierte que está comprimido en un eterno presente, en parte, porque Internet junto a la inteligencia artificial tienen presencialidad en la vida de cada ser humano 24/7, retomando el concepto que postulara David Harvey en 1989 en La condición de la posmodernidad. Para este planteo existe una biblioteca que ve una oportunidad y otra que ve un gran problema. Si bien prefiero centrarme en los aspectos positivos tal como Jane Mc Gonigal, no quiero dejar de mencionar que la compresión del tiempo puede jugar en contra de las emociones de gratitud hacia el pasado habida cuenta que todo se transforma en presente y a su vez, implica no proyectarse al futuro con deterioro de la ilusión de concretar objetivos y caminar en ese sentido. Pero desde el punto de vista de la oportunidad se puede continuar viviendo en tiempo presente el tiempo del aprendizaje continuo como si fuéramos “a vivir para siempre”, percibiendo el aroma del tiempo.

En el marco de los talleres de orientación vocacional que ofrecía desde mi trabajo docente uno de ellos se refería a la acción de Pensar en tiempo futuro como si fuéramos a vivir siempre. Y para destrabar los obstáculos que impedían la concentración en el tema solicitaba a los jóvenes que pensaran en metáforas con palabras o imágenes cómo se visualizaban en el presente y cómo se querían ver en 10 años a futuro. Recuerdo cuando lo hice junto a una psicóloga con adolescentes de 5° año de secundaria. Un joven dibujó un signo de interrogación, otro pensó que un tusmani “se lo llevaba puesto” y con suerte llegaba al punto de partida, pero en peores condiciones y algunos realizaron su diseño a futuro con un poco más de optimismo o, al menos, pudieron pensarse y proyectar. Los más reflexivos escribieron varias escenas secuenciadas y otros realizaron una imagen estática para el presente y otra para el futuro. Educación, entorno social y familiar, experiencias de vida y condiciones personales, entre otras, pueden condicionar las respuestas.

Lo cierto es que esa etapa de la vida para muchos tal vez implique transitar un maremoto como llamábamos al tsunami en los años 60. Se puede pensar como amenaza como los primeros casos descriptos o como oportunidad como los otros, surfeando con altibajos con un objetivo…  disruptivo…  o no. Ese sería el primer paso para pensarse diferente al hoy y proyectarse al mañana (deseable y posible) en 10 años.  Es importarte saber que es un cambio desafiante y riesgoso, que requiere esfuerzo y perseverancia, pero … por más vendavales que aparezcan nunca hay que perder de vista el objetivo y no se olvida en la medida en que sea planteado con convicción… Y es entonces cuando resuena como música para mis oídos una frase que se le atribuye a Woody Allen: Me interesa el futuro porque es el sitio donde voy a pasar el resto de mi vida.

Autora:

Ana María Lamas. Dra. En Filosofía y Educación (Madrid)

Posdoctoral en Educación a Distancia (México).

Posgrado Especializado en Periodismo y Ciencias de la Información (Santander).

Lic. en Ciencias de la Educación (UBA).

Premio “Excelencia Educativa” por Cámara de Comercio Mercosur.

Actualmente es:

Evaluadora concursada del Programa de Internacionalización de la Educación Superior Y Cooperación Internacional

Conferencista Internacional

Publica  papers, libros, artículos en revistas académicas y de divulgación científica.

Directora de proyectos de investigación en organizaciones intermedias y alumnos de posgrado.  

Columnista en radios y en la newsletter OdT.

Cargos anteriores

Fue Directora de la Lic. en Periodismo de Universidad Maimónides, docente de UBA y otras universidades argentinas y extranjeras en grado y posgrado.

Contenidista en el Programa Erasmus Mundus de la Unión Europea para la educación a distancia.  

Fue fundadora y madrina de FM Peregrina. Subdirectora de Educación de la Municipalidad de General Villegas.

[email protected]

LinkedIn: Ana Lamas

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